Actualmente, todo el mundo viaja a todas partes, ya sea por vacaciones, por trabajo, o por mero gusto de salir de la rutina. Ahora bien, ¿realmente el hecho de viajar enriquece tanto al ser humano como para convertirse en la actividad de moda por excelencia?
Por un lado, hay personas que realizan viajes para llenarse del conocimiento y la cultura del lugar que visitan. Personas que se interesan por buscar información, entender y comprender a donde van, sus costumbres, sus comidas, su forma de afrontar la vida…. Desde mi punto de vista, eso es lo enriquecedor del ser humano, el descubrir, el abrir los ojos y aprender de las nuevas culturas que visitamos; conocer sus costumbres, tan distintas a las nuestras, seguramente; aprender de sus valores y, por qué no, ser conscientes a través de lo nuevo, de nuestra propia cultura y aprender a valorarla y agradecerla.
Sin embargo, no siempre que se viaja se descubre y aprende cosas nuevas, ya que a menudo, hacemos viajes donde realmente no conseguimos ningún aporte novedoso para nuestro ser. Esto ocurre, sobre todo, cuando viajamos siguiendo la moda o nos dejamos llevar por el gusto de los demás y tratamos de aparentar realizar un viaje soñado, por el mero hecho de que otras personas han compartido su experiencia y han popularizado ese lugar, menospreciando el contexto histórico y cultural del país o la ciudad que visitamos. Por ejemplo, pongamos que vas a Roma y visitas el famoso Coliseo, que todo el mundo conoce, pero en lugar de interesarte por él, simplemente te haces tu espléndida foto para publicar en tus redes sociales. Eso no enriquecerá tu alma como si hubieras buscado información sobre él y hubieras descubierto su importancia y encanto por su años de historia, viéndolo con los ojos de la ilusión.
En definitiva, viajar es una clara actividad que enriquece el ser humano, no obstante, hay que saber hacerlo y valorarlo. Creo que cuando se viaja hay que descubrir nuevas culturas, nuevas gentes, nuevas historias y experiencias. Atrévete y viaja sin miedo a lugares que nunca hubieses imaginado, quién sabe, quizás consigas enriquecer tu alma.
Realizado por: Irene Guerrero Mejía, de 2ºBachillerato C