Hoy en día, la humanidad no solo evoluciona de forma personal, sino que también de forma social, política, económica e industrial, lo que implica, además de la relaciones personales, nuestra relación con la naturaleza.
Por un lado, podemos observar como la naturaleza evoluciona de forma individual, sin necesidad de que los humanos utilicemos recursos u objetos para modificarla, lo cual es defendido por la teoría sintética de la selección natural. Esta dice, que la evolución de especies depende del riesgo de muerte, el atractivo sexual o los depredadores, lo cual es totalmente independiente a la mano humana. Un claro ejemplo, es la especie de insectos que tiene un mayor número de descendientes que otra, produciendo así, que aumente el número de la especie que más se reproduce y disminuya provocando la desaparición del insecto que menos reproducción tiene.
Sin embargo, esto no siempre es así, pues en otros aspectos de la vida, la naturaleza se ve afectada como consecuencia del progreso de la humanidad, el cual nos obliga a crear nuevas formas de vida, nuevos hábitos, nuevos avances y con ello, nuevos experimentos o técnicas artificiales. Un claro ejemplo, es la construcción de nuevos edificios en zonas naturales pues ahora se lleva “la vida de campo”, lo que provoca la tala de árboles y con ello, la muerte de numerosas especies, haciendo que la naturaleza se vea afectada por culpa del hombre.
En conclusión, el progreso de la humanidad implica la destrucción de la naturaleza, pues, aunque observamos cómo a medida que pasan los años, las especies de forma independiente van evolucionando o se van perdiendo, últimamente, todo esto está sucediendo como consecuencia de la mano humana, la cual provoca el cambio climático, afectando así a las especies y las condiciones de vida, pues estas dependen de la modificación, creación, y construcción de infraestructuras, hecho por la mano humana.