El matrimonio comúnmente es visto como la cúspide máxima del amor eterno, ¿pero realmente lo es?
A lo largo de la historia, hemos visto como los matrimonios eran dados con frecuencia a muy temprana edad, edades en la que actualmente diríamos: “Siendo tan joven no te puedes enamorar, eso que te pasa son tonterías. Tú céntrate en estudiar y deja de distraerte”. Y con eso como base, ¿qué quedaría de romántico el enlace matrimonial en el medievo?, quizás, poseer tierras ajenas, de las que carecías, para cultivarlas con la ayuda de los integrantes de tu familia; quizás, conseguirle un tutor legar a tu hija, o una ama de casa, y futura madre de sus hijos, a tu hijo propio. Esto ocurría también en el seno de las familias de alto linaje: uniones forzosas de dos personas en pos de que la familia, en su conjunto, gozara de prestigio social y riquezas. Igualmente, pasaba en el seno de los gobernantes, de cualquier sistema político. Se buscaba un heredero que reuniera todas las propiedades, dominios territoriales, y el poder en el pueblo. Se pretendía que ambas familias tuvieran poder adquisitivo, sin tener en cuenta las edades de los involucrados, (como un matrimonio entre una niña y un señor, por la época) y sin que importara que ambos pudieran compartir lazos sanguíneos, por ser familiares directos o lejanos.
A pesar de eso, en la actualidad el matrimonio va de la mano del divorcio, son como amigos inseparables. El derecho al divorcio fue la liberación de aquellas generaciones que estuvieron bajo el yugo de una imposición religiosa por parte de sus padres, que querían que se casasen y tuvieran una familia propia, como mérito en la vida, para que fueran bendecidos por Dios. Dicha contraposición ha calado en las siguientes generaciones, y, al igual que ellos, la juventud actual se ha pronunciado en contra de lo establecido. Hoy en día, los jóvenes rehúyen el matrimonio, o de cualquier tipo de etiqueta, porque lo ven como símbolo de atadura, una carga que les impiden volar hacia donde quieran, cuando quieran y con quien quieran.
Por ende, si bien el matrimonio era visto como algo idealizado, dado por las creencias, tradiciones y circunstancias pasadas, en la actualidad, es una mera prisión, que te apresa, que inhabilita que estés a tu libre albedrío. No obstante, tampoco podemos generalizar y discernir de aquellos quienes realmente están unidos por amor, pero está claro que el significado del casamiento y la percepción que se tiene de él ha cambiado, porque los tiempos también lo hacen con los años, así que nadie puede estar seguro de la concepción que se tendrá de la unión matrimonial en la posterioridad.
Realizado por Alba Gómez, de 2º Bachillerato B